Ese respetado accesorio del zapatero es objeto de reinterpretación continua sobre la pasarela. Esta temporada, recoge la inspiración oritental y maximalista.
El Wannabe de las Spice Girls sonando en el radiocasete, minifaldas muy mini y crop tops que intuían la anatomía femenina despojándose sin prejuicios de los sujetadores. Estos son, a grandes rasgos, parte del espíritu que definió la década de los noventa. El mensaje de la moda y sus iconos hablaban de ser sexy, atrevida y, en lo posible, contar con un divertido grupo de amigas (véase Clueless, Beverly Hills 90210 y cómo no, el legado Spice) que reafirmase el significado de la vanidad femenina. Sobre la pasarela Gianni y Naomi dibujaban el ascenso de la supermodelo como figura deseada y envidiada, y Linda resumía los excesos de la industria diciendo que no salía de la cama “por menos de 10.000 dólares al día”. Todo era juventud y frescura cuando las plataformas se convierten en el ADN de la década. La industria del entretenimiento ayudó a construir a través de la televisión, la música y el cine una cultura pop que jugaba y se divertía con la moda. Y parte de ese espíritu -y estética- too cool to care nos la dieron estos zapatos y sus artificiales centímetros de más.
En 2021 las plataformas vuelven, y todos que nos alegramos por ello. Los recursos de los 90 parecen no acabarse, y esta temporada traen un mensaje de poder y de fluidez de género. Algunas de ellas inspiradas en la silueta japonesa, las denominadas okobo -muy planas y muy altas, ortopédicas si cabe-, este accesorio ha condensado en los últimos años ambos géneros, borrando las barreras de lo binario en favor de la inclusión y la diversidad.
Marc Jacobs utiliza la infantilización del zapato en contraste con la grandeza (conceptual y estética) de sus prendas. Erdem, en su natural apuesta por la feminidad, elige el ballet como punto de partida para su colección de otoño. Su calzado es un híbrido entre los códigos de la vida casera y la teatralidad de la danza, una combinación necesaria cuando aún reinaba la confusión tras la pandemia. Versace propone plataformas varias, algunas de ellas, felices, sexys, bañadas en tonos cítricos, como bien nos acostumbra Donatella cada temporada; otras, más funcionales, en negro, aunque sin abandonar las alturas. Mrs. Prada las acerca al arte, a la estética vintage y a la libertad de movimiento. Elaboradas en jacquard o cubiertas de lentejuelas, las suyas son cómodas y diseñadas casi como instrumento de protección.
Recordemos que esta temporada de otoño fue creada durante el confinamiento estricto, por lo que la industria de entonces tenía una doble obligación con el consumidor de proporcionarle realismo y esperanza. Compactas, atléticas o masculinas, las plataformas viven una constante reinterpretación. De forma inconsciente vestimos nuestros pies con el fin de avanzar, de dirigirnos hacia el futuro, y qué mejor compañero para explorar los nuevos mundos post-pandemia que un par de zapatos símbolo de poder, libertad e igualdad.
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