Después de tantos años vuelves al apartamento de la playa. Sentiste el impulso de regresar a días felices. Todo ha cambiado, tú has cambiado. Hay nuevos vecinos y el cine de verano se ha convertido en un supermercado.
Pero te das cuenta de que sigue habiendo algo cautivador en ese apartamento. Entonces abres esa puerta, el dormitorio de la tía Concha. Parece que el tiempo se detuvo ahí dentro, incluso se mantiene el aroma a clavo de aquellos cigarrillos de importación que le conseguía el dueño del piano bar, el del paseo marítimo. Su cómoda sigue intacta, allí está su colección de pañuelos de seda, los boleros y sus joyas.
Los anillos de concha, con cuarzos y amatistas. Los pendientes de aguamarinas, plata y oro. Muchas pulseras con formas originales. También todos los colgantes y collares que te fascinaban. Sus peines de carey, los frascos de perfume y la crema con brillo que se ponía en el escote y las piernas bronceadas. Está su bolso de playa donde cabía todo: las toallas, el protector solar, un espejo y el Paris Match.
Tus ojos brillaban mientras ella te pintaba las uñas tomándose un vermú a medio día. Por la noche te encantaba ver cómo se arreglaba para salir al disco-pub con las primas de papá. Y la pena que nos daba a todos cuando regresaba de nuevo a la ciudad. Ahora todo lo que hay en esa cómoda es tuyo, porque la tía Concha así lo quiso. Porque te conocía y te quería bien. Esas joyas representan la belleza atemporal y la felicidad de aquellos días de verano eternos.
TEAM
Photographer: Amparito Sebastiá Asistente Fotografía: Jose Gandara MUAH: Gala Philippe Stylist: Solo Rori Models: Elisabete & Icíar - Carmen Durán
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