CARTA DEL DIRECTOR: El activismo se demuestra andando

Activismo. Esa palabra tan manida que ha perdido hasta su significado.

Y es que no paro de ver como alguno enarbolan las banderas de diversas causas sociales de boquilla. Sí, sí, han leído bien. De B – O – Q – U – I – L – L – A. Porque es muy fácil subir un story a Instagram o decir a viva voz cómo debe actuar el prójimo. Lo complicado es predicar con el ejemplo.

Ya son más de una y de dos las veces que he podido ver a alguno “content creators”, famosos de turno o nuevas estrellas estrelladas defender las causas que preocupan a la sociedad del 2023, pero yo me pregunto… ¿Realmente creen lo que están diciendo o simplemente es lo que hay que decir? Eh ahí el problema. Una duda más que razonable tras ver como venden su alma para seguir en la cresta de la ola.

Pero todo esto va más allá. No podemos solo echar la culpa a las personas individuales, es un colectivo el que responde. Véase las cientos (y no me quedo corto) de marcas que alzan la bandera que más les conviene según el mes que toque. Marzo es para la mujer lo que para junio es el colectivo LGTBIQ+. Y no seré yo quien critique esta táctica de marketing en “buen” uso porque es una muestra de que el consumidor manda y su razón cree en los derechos humanos. Aunque es la eterna disyuntiva de la causa y el efecto. Sea como fuere queda mucho por hacer. No es suficiente la panfletada ni los porcentajes vacíos de euros.

La concienciación va más allá. ¿Va a haber menos homofobia porque ahora vistamos de color del arcoíris o nos pongamos unas gotas de Jean Paul Gaultier Pride 2023? ¿La visibilización es poder? ¿dónde está la justicia social? ¿La diversidad es real? ¿Las causas sociales son exclusivas de aquellos que sufren la exclusión social? ¿Si eres un hombre blanco puedes hablar sobre los problemas raciales?

Estas y otras muchas dudas me atolondran y me dejan sin sentido. Hablando con Carlos Cuevas entendí que el activismo se demuestra andando. Y se extrapola a todos los agentes sociales. Como sociedad, concretamente la española, debemos comprender que somos machistas, racistas y homófobos históricamente hablando. A partir de esa síntesis podremos intentar deconstruirnos para volver a construir. Tenemos una ardua labor eliminando todo ese léxico que nos hace tener micro (o macro según el emisor) expresiones que van en contra del “más débil”. Solo de este modo podremos sentar los preámbulos para crear una nueva base, una nueva educación, un nuevo poder.